La semana pasada la Asamblea General de la ONU ha adoptado una resolución que reconoce el acceso a un medio ambiente limpio, sano y sostenible como un derecho humano universal. La declaración cambiará la naturaleza misma del derecho internacional de los derechos humanos.
El texto reconoce que el impacto del cambio climático, la gestión y el uso insostenibles de los recursos naturales, la contaminación del aire, la tierra y el agua, la gestión inadecuada de los productos químicos y los residuos, y la consiguiente pérdida de biodiversidad interfieren en el disfrute de este derecho, y que los daños ambientales tienen implicaciones negativas, tanto directas como indirectas, para el disfrute efectivo de todos los derechos humanos.
Esta resolución puede ser importante para hacer frente a la triple crisis planetaria: Esto se refiere a las tres grandes amenazas medioambientales interrelacionadas a las que se enfrenta actualmente la humanidad: el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, todas ellas mencionadas en el texto de la resolución.
Cada una de estas cuestiones tiene sus propias causas y efectos, y deben resolverse si queremos tener un futuro viable en la Tierra.
Las consecuencias del cambio climático son cada vez más evidentes, a través del aumento de la intensidad y la gravedad de las sequías, la escasez de agua, los incendios forestales, la subida del nivel del mar, las inundaciones, el deshielo de los polos, las tormentas catastróficas y la disminución de la biodiversidad.
Por otra parte, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire es la mayor causa de enfermedad y muerte prematura en el mundo, con más de siete millones de personas que mueren prematuramente cada año debido a la contaminación.
Por último, el declive o la desaparición de la biodiversidad -que incluye animales, plantas y ecosistemas- repercute en el suministro de alimentos, el acceso al agua potable y la vida tal y como la conocemos.