Tres estudios han investigado la presencia de microplásticos en los alimentos. Han encontrado que el público parece no estar al tanto de los envases de alimentos como fuente de microplásticos y rara vez los conecta con las consecuencias para la salud humana.

El primer artículo (1) de revisión publicado recientemente en la revista Microplastics se analizó la migración de micro y nanoplásticos de los envases de plástico y la presencia en los alimentos, demostrando que los productos químicos, así como los monómeros plásticos, pueden migrar del envase al alimento.

Los autores encontraron que, además de productos químicos como el estireno, los plastificantes y el bisfenol A, se han detectado un gran número de partículas sintéticas, la mayoría estudiadas en condiciones de laboratorio. Las partículas serían el resultado de la cosecha, el procesamiento y el envasado de la miel, aunque los plásticos “ya estaban presentes en el alimento, el cuerpo y las alas de las abejas melíferas, transferidos a la colmena desde las flores”. Los autores destacaron que sería necesario reducir el uso de envases de plástico y desarrollar nuevos materiales de envasado, más resistentes a las condiciones de estrés, “para eliminar la posibilidad de migración de microplásticos/nanoplásticos” y para proteger mejor la salud humana.

En otro artículo (2) publicado en Journal of Food Composition and Analysis se presenta un método para aislar, detectar e identificar microplásticos en los alimentos; sal, salsa de soja y huevas de abadejo. Después de los métodos utilizados, los autores informaron que las tasas promedio de recuperación de microplásticos fueron del 73,2%, 76,9% y 86,2% para la sal, la salsa de soja y las huevas de abadejo saladas, respectivamente.

Finalmente, otro artículo (3) de la revista Frontiers in Psychology exploró la comprensión del público en general sobre los microplásticos, incluida la ocurrencia (es decir, la propagación) y las consecuencias. Se encuestaron 2720 sujetos en Noruega, encontrando que el público considera los microplásticos como algo nocivo y que podría contaminar el océano y dañar a las especies animales, mientras que menos encuestados mencionaron su propagación en humanos o alimentos, y las consecuencias personales. Además, en el artículo se indica que el público en general parece tener poca conciencia de las posibles fuentes de microplásticos, siendo las más mencionadas la lana, ropa y basura, mientras que los envases de alimentos no se mencionaron en absoluto.

 

Amor Escoz Roldán.

Técnica Superior en Salud Ambiental, Ambientóloga, Educadora Ambiental y

Doctora en Ciencias de la Educación.