¿Qué se sabe sobre el tema?
Los pesticidas organoclorados (OPs) y los bisfenilos policlorados (PCBs) son grupos de sustancias químicas ambientales que forman parte de los conocidos disruptores endocrinos, con capacidad de imitar a las hormonas y que pueden inducir efectos adversos en los individuos expuestos o en su descendencia. Debido a sus propiedades tóxicas, persistentes y bioacumulativas, los OPs y PCBs contribuyen a la exposición a contaminantes ambientales persistentes (POPs, por sus siglas en inglés) estrictamente regulados por leyes internacionales (Convenio de Estocolmo). Históricamente, se utilizaban en la agricultura como pesticidas, en salud pública para el control de insectos vectores y en múltiples procesos industriales como la fabricación de transformadores eléctricos. La acumulación en el cuerpo de la madre y la exposición prenatal y temprana a estos contaminantes ambientales están relacionadas con problemas de salud infantil y del desarrollo y predisponen a sufrir efectos perjudiciales en la edad adulta. Por si fuera poco, los niños son especialmente vulnerables a los contaminantes del aire, el agua y el suelo ya que están en proceso de crecimiento y su sistema inmunológico y sus mecanismos de desintoxicación y limpieza no están completamente desarrollados. Por lo tanto, es crucial que el entorno en el que se desarrollan, desde la concepción hasta la adolescencia, sea protegido para garantizar su salud.
Los programas internacionales de biomonitorización humana de la exposición ambiental, tales como NHANES en los EE. UU. y HBM4EU en Europa, han puesto en relieve la exposición generalizada de los seres humanos a numerosos productos químicos ambientales. Sin embargo y a pesar de las medidas tomadas en la Convención de Estocolmo sobre exenciones de Contaminantes Orgánicos Persistentes (2009), la vigilancia sobre la exposición POPs y las enfermedades asociadas sigue siendo extremadamente limitada en América Latina y otras regiones del planeta.
¿Qué añade este estudio a la literatura disponible?
Ante la carencia de datos en Latinoamérica, establecimos una cohorte materno-infantil de madres e hijos panameños (PA-MAMI), que trata de evaluar la exposición ambiental en fases tempranas del desarrollo y el posible impacto adverso del medio ambiente y la dieta en la primera infancia en Panamá.
Nuestro estudio es pionero en evaluar las concentraciones de OPs y PCBs en muestras de placenta de mujeres Latinoamericanas, así como en cuantificar la actividad hormonal relacionada por el efecto combinado de los POPs que presentan actividad hormonal estrogénica. La utilización de la placenta como matriz biológica es de gran relevancia, ya que se reconoce como una fuente valiosa y fácilmente disponible de tejido humano para la biomonitorización de la exposición química entre madre-hijo, además de permitir su uso para implementar biomarcadores de efecto sin la limitación de la cantidad de tejido disponible.
Los resultados de este estudio revelan que todas las placentas de madres panameñas analizadas fueron positivas para al menos tres residuos de POPs, y más del 70% para al menos seis de ellos. Las frecuencias de OPs cuantificados oscilaron entre el 100% para p,p’-DDE y HCB hasta el 30.8% para β-HCH, destacando que la concentración mediana más alta fue para el lindano (380.0 pg/g de placenta). La frecuencia de detección de PCBs osciló entre el 70.0 y el 90.0%; la concentración mediana más alta fue para PCB 138 (17.0 pg/g de placenta), seguido de PCB 153 (16.0 pg/g de placenta). Por otro lado, todas las placentas fueron positivas en el bioensayo de estrogenicidad, resaltando que la exposición al lindano se asoció positivamente con la estrogenicidad, mientras que esta asociación fue negativa en el caso de la exposición al PCB 153 En cuanto a los predictores de la exposición, mayores concentraciones de p,p’-DDE se asociaron con un mayor consumo de carne, lo que sugiere que la grasa animal es una fuente importante de exposición a metabolitos de DDT.
¿Cuáles son las implicaciones de los resultados obtenidos?
Los datos obtenidos en el estudio de la cohorte PA-MAMI pueden ser utilizados como referencia para la biomonitorización de la exposición química durante el embarazo y su impacto en la salud de la descendencia en Panamá y otros países centroamericanos. Además, son de utilidad para recordar la necesidad de estimar el efecto cóctel de los contaminantes ambientales que actuando a bajas concentraciones pueden resultar en un efecto combinado indeseable y no sospechado cuando se consideran los contaminantes de forma individual. Es por ello que estos resultados pueden ayudar a la implementación de regulaciones legales que reduzcan la exposición a contaminantes ambientales, lo que ayudaría a prevenir posibles riesgos para la salud infantil y donde la biomonitorización periódica permitiría explorar la efectividad de tales regulaciones.
Luz María Iribarne Durán
Doctora en Medicina Clínica y Salud Pública
Universidad de Granada
Investigadora post Doctoral en el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs. GRANADA)