Comentario del artículo M.C. Thomson and L.R. Stanberry. Climate Change and Vectorborne Diseases. N Engl J Med 2022; 387:1969-1978. DOI: 10.1056/NEJMra2200092

 

¿Qué se sabe sobre el tema?

Los efectos del cambio climático están muy extendidos y se están intensificando rápidamente y en gran parte son provocados por las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la quema de combustibles fósiles1.

La extensión del cambio es más extrema en las regiones montañosas y polares y las temperaturas en las regiones tropicales se están acercando a los límites térmicos de muchos organismos. El calentamiento y otras manifestaciones del cambio climático, incluidos los cambios en las precipitaciones, tienen implicaciones importantes para las enfermedades transmitidas por vectores a través de sus efectos sobre los patógenos, vectores y huéspedes, así como sobre nuestra capacidad para prevenir y tratar estas enfermedades. Atribuir cambios en la distribución y frecuencia de vectores y enfermedades al cambio climático es un desafío porque otros factores, como los cambios en el uso de la tierra2,  la abundancia de huéspedes reservorio3 y las medidas de control4 también contribuyen a estos cambios. Los sistemas de enfermedades transmitidas por vectores, incluidos los patógenos, los vectores y los huéspedes reservorio, responden en gran medida a los diversos entornos en los que habitan y los cambios observados en las tasas de enfermedades transmitidas por vectores en determinados lugares, a menudo se asocian con cambios concomitantes en el clima local. Por ejemplo, el aumento de las temperaturas afecta el comportamiento, las características fisiológicas y la historia de vida tanto de los vectores como de los patógenos, así como la abundancia y el comportamiento de los huéspedes reservorio y los huéspedes definitivos.

 

¿Qué añade este estudio a la literatura disponible?

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático informó que la prevalencia de enfermedades transmitidas por vectores ha aumentado en las últimas décadas y se espera que la prevalencia de la malaria, el dengue, la enfermedad de Lyme y la infección por el virus del Nilo Occidental aumente aún más durante los próximos 80 años si no se toman medidas para adecuar y fortalecer las estrategias de control.

La malaria, es causada por especies de plasmodium y se transmite entre humanos por mosquitos anopheles hembra infectados. Es la enfermedad transmitida por vectores sensible al clima más mortal y más estudiada. A pesar de los esfuerzos de control, más de 600.000 muertes se atribuyeron a la malaria en 2020, predominantemente entre mujeres embarazadas y niños pequeños en África5.

El rango geográfico del dengue, una enfermedad viral transmitida por mosquitos más común en todo el mundo, se ha expandido sustancialmente en respuesta a la disminución de los programas de control de vectores y al aumento del comercio y los viajes a nivel mundial6. Se estima que cada año ocurren 390 millones de casos en más de 100 países7.

La enfermedad de Lyme causada por el complejo Borrelia burgdorferi sensu lato es la enfermedad transmitida por garrapatas más común en todo el mundo, con una seroprevalencia estimada del 14,5%; siendo la prevalencia informada la más alta en las regiones templadas de Europa central y occidental y Asia oriental8. La infección puede causar una enfermedad crónica multisistémica debilitante.

Por otro lado, el virus del Nilo Occidental causa una enfermedad neuroinvasiva potencialmente fatal en humanos y animales. El virus es parte de un ecosistema complejo que se centra en un ciclo de transmisión ave-mosquito que involucra a más de 300 especies de aves y al menos 65 mosquitos vectores.

El cambio climático exacerba las desigualdades, y las personas que viven en países menos desarrollados soportan la mayor carga de la mayoría de las enfermedades transmitidas por vectores, circunstancia que refuerza las inequidades en salud y dificulta el desarrollo socioeconómico. La pobreza, la vivienda inadecuada, las malas condiciones ambientales y el acceso limitado a servicios de salud de calidad exacerban el efecto.

Las medidas específicas que se deben tomar varían según la enfermedad, el ciclo de vida del patógeno y el nivel de riesgo, y pueden incluir una combinación de estrategias mejoradas y nuevas de gestión del uso de la tierra, de sistemas de alerta temprana informados sobre el clima, de acceso mejorado a medidas de prevención, como el control biológico de mosquitos, medidas de protección personal, insecticidas y vacunas; y terapias nuevas y mejoradas9. Para tener éxito, las intervenciones deben incluir una financiación sostenible, así como la aceptación de la comunidad y los hogares.

 

¿Cuáles son las implicaciones de los resultados obtenidos?

Es necesario educar a los profesionales de la salud con respecto a enfermedades específicas transmitidas por vectores, particularmente en regiones en las que las enfermedades están emergiendo recientemente o se prevé que surjan. Un ejemplo es el caso de Andalucía, donde se están dando las condiciones naturales que favorecen el mantenimiento del ciclo natural del Virus del Nilo Occidental y se están produciendo brotes y casos en humanos. En concreto, estos brotes se han dado en Cádiz, Sevilla, Malaga y Huelva desde el año 2010, hasta la fecha10.

Para ayudar a abordar la carga adicional de la prestación de atención médica creada por un clima cambiante, los profesionales de la salud pueden abogar por sistemas de salud más resilientes al clima y por programas que se centren en la actual escasez mundial de profesionales de la salud.

Reducir los riesgos de enfermedades transmitidas por vectores y otras consecuencias del cambio climático para la salud requiere no solo de adaptación, sino también de una transición rápida y equitativa para abandonar los combustibles fósiles. El sector de la salud, que aporta aproximadamente el 4,9% del carbono total de la huella mundial11, debe ser parte del proceso, y como profesionales confiables, pueden opinar sobre la importancia y la urgencia de la mitigación.

Por eso es imprescindible considerar a la ciudadanía como agentes de salud, implicándolos a través de la información sobre cómo actuar ante este tipo de brotes, haciéndolos partícipes para evitar la proliferación de estos vectores que transmiten enfermedades.

 

Referencias:

  1. Intergovernmental Panel on Climate Change. Climate change 2022: impacts, adaptation and vulnerability. 2022 (https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg2/.
  2. Thomson MC, Erickson PJ, Erickson PJ, Mohamed AB, Connor SJ. Land use change and infectious disease in West Africa. In: DeFries R, Asner G, Houghton, R, eds. Ecosystems and land use change. Washington, DC: American Geophysical Union, 2004;169-187
  3. Caminade C, McIntyre KM, Jones AE. Impact of recent and future climate change on vector-borne diseases. Ann N Y Acad Sci 2019;1436:157-173
  4. Campbell-Lendrum D, Manga L, Bagayoko M, Sommerfeld J. Climate change and vector-borne diseases: what are the implications for public health research and policy? Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci 2015;370:20130552-20130552.
  5. Jagannathan P, Kakuru A. Malaria in 2022: increasing challenges, cautious optimism. Nat Commun 2022;13:2678-2678.
  6. Ryan SJ, Carlson CJ, Mordecai EA, Johnson LR. Global expansion and redistribution of Aedes-borne virus transmission risk with climate change. PLoS Negl Trop Dis 2019;13(3):e0007213-e0007213
  7. Zeng Z, Zhan J, Chen L, Chen H, Cheng S. Global, regional, and national dengue burden from 1990 to 2017: a systematic analysis based on the Global Burden of Disease Study 2017. EClinicalMedicine 2021;32:100712-100712.
  8. Dong Y, Zhou G, Cao W, et al. Global seroprevalence and sociodemographic characteristics of Borrelia burgdorferi sensu lato in human populations: a systematic review and meta-analysis. BMJ Glob Health 2022;7(6):e007744-e007744.
  9. Lobo NF, Achee NL, Greico J, Collins FH. Modern vector control. Cold Spring Harb Perspect Med 2018;8:a025643-a025643.
  10. https://www.juntadeandalucia.es/organismos/agriculturapescaaguaydesarrollorural/areas/ganaderia/sanidad-animal/paginas/fiebre-nilo-occidental.html
  11. Wise J. COP26: fifty countries commit to climate resilient and low carbon health systems. BMJ 2021;375:n2734-n2734

 

 

 

Amor Escoz Roldán
Técnica Superior en Salud Ambiental, Ambientóloga, Educadora Ambiental y Doctora en Ciencias de la Educación.