Naciones Unidas aprobó en 2015 la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, donde países y sus ciudadanos pretenden mejorar la vida de todas las personas del planeta. Esta Agenda recoge los ya bien conocidos Objetivos de Desarrollo Sostenible1, 17 objetivos para la consecución de un mundo mejor. El número 2 de estos objetivos, “Hambre Cero”, pone de manifiesto la evidencia de que a nivel global estamos viviendo una crisis alimentaria. El objetivo es promocionar unos sistemas alimentarios más sostenibles, que aseguren el acceso a los alimentos y una dieta sana y variada a todas las personas del mundo.
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 20192 es una publicación conjunta de la FAO (Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). En dicho informe se hace un seguimiento de los progresos relacionados con la erradicación del hambre y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición. Estimaciones reflejadas en este informe revelan que un total de unos 2.000 millones de personas en el mundo experimenta algún nivel de inseguridad alimentaria, en particular moderada. Es posible que las personas que padecen inseguridad alimentaria moderada no sufran hambre necesariamente, pero carecen de un acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes, por lo cual presentan mayor riesgo de diversas formas de malnutrición y mala salud.
La FAO también estima la pérdida y el desperdicio de alimentos3, arrojando datos como que un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia a nivel mundial, lo que equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas al año (suficiente para alimentar a 3.000 millones de personas). Estos alimentos se pierden o se desperdician en toda la cadena de suministro, desde la producción agrícola inicial hasta el consumo final de los hogares. Además, los alimentos que nunca se consumen, también representan un desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, el suelo, las semillas y otros insumos utilizados en su producción, lo que aumenta en vano las emisiones de gases de efecto invernadero y agrava otras problemáticas ambientales.
La tierra contará con 9.000 millones de personas en 2050 por lo que la agricultura tendrá que duplicar su producción en 30 años4. El modelo actual de producción, comercialización y consumo de alimentos es la principal causa del hambre y la pobreza en el mundo. El 80% de los más de 1.000 millones de personas que pasan hambre son productoras de alimentos5. Ante estos datos, no podemos más que constatar que nos encontramos en una actual crisis alimentaria que nos exige un cambio de modelo agroalimentario. Estudiar cada una de las Dimensiones de la Sostenibilidad Alimentaria es necesario para entender sus problemas y consecuencias, así como para abordar las soluciones a los mismos.
Alimentación y Medio Ambiente
El gradual proceso de industrialización y mercantilización de la cadena agroalimentaria pone de manifiesto la relación existente entre producción y consumo de alimentos y el medio ambiente5. Algunos ejemplos de estas interacciones son: pérdida de agrobiodiversidad e impactos en la biodiversidad natural; contaminación de suelos, agua y plantas por agro-químicos; pérdida de diversidad paisajística; alteraciones de los flujos hidrológicos (calidad del agua, colmataciones, regulación del flujo hidrológico, etc.); erosión de suelos y la siguiente deposición de material en ríos, caminos o tierras; desequilibrios de plagas y enfermedades; pérdida del reciclaje de nutrientes; contribución al Cambio Climático, etc.
Alimentación y Salud
Actualmente se pueden detectar numerosos problemas de salud relacionados con una alimentación inapropiada: problemas de salud exacerbados por la obesidad incluyendo diabetes tipo 2, dificultad respiratoria, hipertensión, cardiopatía, entre otras muchas; problemas dentales por la ingente cuantía de dulces ingeridos; hipertensión por ingestión excesiva de sales, chocolate y determinados conservantes, entre otros productos; calcificación de las arterias, debido al sobre consumo de calcio o su ingesta de forma indebida; diabetes y disfuncionalidades del páncreas debido a la incorrecta ingestión de azúcares y alteraciones en los niveles glicémicos; alergias alimentarias que afectan cada vez más a un mayor número de la población por el creciente uso de aditivos alimentarios y la introducción de un gran número de sustancias nuevas en nuestra dieta de forma muy rápida; neoplasias, considerando que el 40% de los cánceres en hombres y el 60% de las mujeres pueden ser atribuidos a la dieta; etc.
Además, el propio procesamiento industrial de alimentos introduce un nuevos elementos que impactan en la salud: consumo de un creciente porcentaje de alimentos procesados (precongelados, enlatados, desecados, salados); ingesta de una creciente cantidad de elementos que en cuantía reducida son beneficiosos, pero en cantidades mayores son perniciosos como sales y azúcares; adaptación de los alimentos por las empresas alimenticias conforme a los gustos que adquieren las personas, pero no necesariamente a lo que dichas personas necesitan; introducción gradual a lo largo del tiempo de conservantes y aditivos a los alimentos procesados, algunos que se ilegalizarán por los impactos en la salud; etc.
Alimentación y Sociedad
Hablar de alimentación y sociedad, es sin duda hablar de Soberanía Alimentaria6. Es un concepto introducido en 1996 por la organización Vía Campesina7 en Roma, con motivo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la FAO. Se define como la capacidad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria. Ello implica la protección del mercado doméstico contra los productos excedentarios que se venden más baratos en el mercado internacional, y contra la práctica de la venta por debajo de los costos de producción. La soberanía alimentaria incide también en la importancia del modo de producción de los alimentos y su origen y no solo en asegurar la disponibilidad de alimentos. Resalta la relación que tiene la importación de alimentos baratos en el debilitamiento de producción y población agraria locales y supone una ruptura con relación a la organización actual de los mercados agrícolas y financieros puesta en práctica por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
En casi un centenar de países, son cientos las organizaciones que representan a más de 200.000.000 de campesinos y campesinas, que defienden políticas referidas no sólo a localizar el control de la producción y de los mercados, sino también a promover el Derecho a la alimentación, el acceso y el control de los pueblos a la tierra, agua, y recursos genéticos, y a la promoción de un uso ambientalmente sostenible de la producción.
Alimentación y Económica
Tenemos asombrosos niveles de crecimiento económico, medios tecnológicos y recursos financieros de sobra para producir alimentos suficientes para toda la población mundial. ¿Qué ocurre entonces, por qué esta situación? Se trata de inequidad y desigualdad. Datos como que el 1% de los habitantes del planeta acumula tanta riqueza como el 99% restante o que 42 personas poseen la mitad de la riqueza del mundo, ponen de manifiesto esta realidad.
El modelo agroindustrial actual impone un comercio en función de potenciales beneficios, independientemente de los impactos económicos, agronómicos, sociales, ambientales y culturales en los países de origen o destino. En general la concentración de la cadena agroalimentaria, desde la producción y venta de semillas hasta la venta del alimento final a la población consumidora, está en manos de unas pocas empresas transnacionales que están determinando una alimentación cuyo objetivo primordial es procurar a las empresas el máximo beneficio económico posible. Por ello, se busca reducir al mínimo los costes de producción agraria y aumentar al máximo los beneficios empresariales mediante la introducción de nuevas tecnologías agrarias: la mecanización, los agroquímicos, la transgénia y la robotización de las ganaderías de leche, entre otras.
El enorme lobby que ejercen las empresas agroalimentarias en los centros de poder hace que la legislación relacionada con la alimentación tampoco sea la óptima para la salud humana, el medio ambiente y la justicia social: cultivos dedicados a la fabricación de biocombustibles compiten con la producción de alimentos y afectan de manera especial a los más pobres; el acaparamiento de tierras cultivables en países pobres por parte de algunos inversores y gobiernos priva a millones de campesinos de sus medios de vida; la especulación financiera con los precios de los alimentos afectando a productores y a los sectores más vulnerables; etc.
¿Ante estas realidades, existe una posibilidad de cambio?
Desde luego que sí, pero ello va a requerir trabajar toda la sociedad en su conjunto, desde el consumidor bien informado y comprometido, a responsables políticos que regulen de forma adecuada y pensando en la salud humana, la calidad intrínseca de los alimentos y el bienestar y calidad ambiental de las personas productoras y consumidoras de alimentos.
Se trata de responsabilidad en todos los niveles para no generar desequilibrios en la salud y para no ser un despropósito ambiental ni causar problemas en el lugar de origen de un producto por motivos ambientales, sociales o culturales. Por lo tanto, se deben exigir pautas y criterios de comercio muy diferentes a las actuales. Y por supuesto también se trata de sentido común ya que por ejemplo los circuitos cortos de comercialización de alimentos suponer ahorros para toda la población, en forma de energía de transporte, de producción, de embalaje y de control y seguimiento.
Una vez más, es una cuestión de trabajar la sociedad unida por el bien común.
1 Objetivos de Desarrollo Sostenible
2 Informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019
3 Pérdida y desperdicio de alimentos
5 Modelo agroalimentario, riesgos ambientales y salud. Centro de Investigación para la Paz