El Protocolo de Montreal de 1987 sobre sustancias que destruyen la capa de ozono fue diseñado para eliminar gradualmente estos productos químicos, los clorofluorocarbonos (CFC), como el freón utilizado en los aires acondicionados más antiguos.
Una nueva investigación codirigida por la Universidad de York y el Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá que publica la revista ‘Geophysical Research Letters’ ha detectado productos en los compuestos de reemplazo que pueden afectar negativamente la salud humana y el medio ambiente.
Estos compuestos de reemplazo, que se cree que son una mejor alternativa, se degradan en productos que no se descomponen en el medio ambiente y en cambio han aumentado continuamente su presencia en el Ártico desde aproximadamente 1990.

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