La alergia al polen tiene un gran impacto en todo el mundo. Es probable que conozcamos a más de una persona en nuestro entorno que sufre sus característicos síntomas tras la llegada de la primavera.

Algunos autores consideran las enfermedades alérgicas como un importante problema de salud pública. Estimaciones del impacto económico describen un rango de entre 55 y 151 mil millones de euros en 2007 (Zuberbier et al., 2014). Además, la prevalencia de esta sensibilidad al polen ronda el 40% en la población europea (D’Amato et al., 2007).

En Andalucía, tenemos una gran variedad de árboles que generan polen, algunos de los cuales tienen un alto potencial para causar reacciones alérgicas. Los árboles en las zonas verdes urbanas juegan un papel muy importante como causa de la mayoría de estos padecimientos. Martínez-Bracero y colaboradores explican en su artículo de 2015 la importancia de entender cuándo se presentan los picos de polen en los árboles urbanos y cómo, conociendo la ecología de estos árboles, podemos diseñar mejores áreas verdes con menor potencial alergénico.

En Granada, por ejemplo, el ciprés común (Cupressus sp.) presenta sus picos de polen de enero a marzo. Otras plantas como los pinos (Pinus sp.), el roble andaluz (Quercus sp.), pastos como el arbelaje (Poaceae sp.) y los olivos (Olea sp.) tienen mayor presencia de polen de marzo a julio. En lugares de clima más costero como Cádiz, las temporadas frecuentemente ocurren antes. Resaltando la importancia de adecuar las intervenciones a las respectivas condiciones de cada región geográfica. Es importante también mencionar que todas estas plantas se encuentran muy presentes en la vida cotidiana andaluza y tienen gran importancia estética y de tradición para la población.

El cambio climático está afectando cada vez más la ecología vegetal. Por ejemplo, un aumento en los niveles de carbono en la atmósfera puede provocar una producción temprana de polen, y el aumento de las temperaturas puede ampliar la distribución de ciertos tipos de polen a áreas donde antes no se encontraba (Lake et al., 2017).

Parte de la mitigación del impacto del cambio climático es involucrar a la población en el diseño de los espacios verdes con una perspectiva de salud. Administrar conscientemente los espacios públicos puede generar ambientes más saludables para la población.

El programa Salud Responde de la Consejería de Salud y Consumo ya está comunicando los niveles máximos de alérgenos a más de 6 millones de usuarios registrados. Esta campaña planea informar a la población sobre las medidas a adoptar para prevenir los síntomas de alergia.

Referencias:

 

 

Carlos Adrián Vargas Campos
Asistente de investigación
Universidad Complutense de Madrid/EASP