Los espacios donde vivimos o trabajamos pueden generar problemas de salud que no suelen ser graves pero que están directamente relacionados con ciertos síntomas y una baja productividad y altas tasas de bajas laborales.
Ya en 1982, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definía y describía el conjunto de molestias ocasionadas por la mala ventilación, la descompensación térmica, las cargas electromagnéticas y las partículas y vapores de origen químico en suspensión que circulan por el edificio en el que vivimos o trabajamos, como este Síndrome de Edificio Enfermo (SEE). Hoy día, se produce mucho más de lo que pensamos principalmente en construcciones inteligentes, afectando a un 30% de los edificios modernos y a entre el 10 y el 30% de sus ocupantes.
Problemas de humedad, una mala ventilación y deficiencias en su higiene, la falta de entrada de aire fresco, contaminantes volátiles que emiten los materiales del mobiliario, la maquinaria, los productos químicos de limpieza o usados para la fabricación de plásticos, fibras de vidrio o los compuestos que sueltan estufas, quemadores de gasóleo, el humo del tabaco, las impresoras, fotocopiadoras, las pinturas, disolventes y barnices, etc., son algunos de los causantes de síntomas que van desde malestar hasta dolor de cabeza o irritabilidad, neumonitis, fibrosis pulmonar, o empeoramiento de síntomas de personas que ya padecían ciertas enfermedades.
No existe ninguna legislación que regule los niveles máximos de contaminantes en espacios interiores, lo que sí hay son recomendaciones. La OMS tiene publicadas guías para la calidad del aire interior en la que se describen los principales contaminantes, su origen y sus efectos sobre la salud de las personas. También el Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Andalucía (OSMAN) tiene publicadas guías propias sobre esta problemática.

Enlace a noticia pinchando aqui

Enlace artículo científico

Higiene ambietal 1

Higiene ambiental 2

calidad aire

productos quimicos