El calentamiento global está generando eventos de calor extremo originando situaciones de morbilidad y mortalidad en localizaciones no habituadas a este fenómeno. Es bien sabido que dichos impactos tienen efectos adversos en la salud provocando la saturación del sistema sanitario y se ha evidenciado cómo el aumento de la temperatura del planeta ha afectado a la salud de la población (1, 2) , especialmente en zonas urbanas debido al efecto “isla de calor urbano” lo cual reduce el desarrollo y acceso a factores mitigantes como la vegetación urbana (3). Otro factor a tener en cuenta son las consecuencias que esto conlleva en las redes eléctricas, ya que su colapso afecta a pacientes tanto en sus hogares como en hospitales, los cuales son edificios sellados y la pérdida de energía aumenta su temperatura en olas calor. Además, este fenómeno afecta a la demografía de forma dispar según la sensibilidad de la población al calor extremo (4, 5).

Una forma de afrontar esta amenaza sería basarse en el concepto de resiliencia, desarrollando estrategias y métodos que evalúen los riesgos climáticos y la vulnerabilidad de la población facilitando la protección de las infraestructuras y las comunidades (6). Conocer la vulnerabilidad al calor facilita la orientación hacia una mejor financiación y elaboración de proyectos dando lugar a beneficios comunitarios que mitiguen los efectos del calor extremo, lo cual generaría una oportunidad para prevenir los impactos adversos del calor favoreciendo a las funciones de los sistemas de salud.

La exposición al calor extremo se ve asociada a un aumento de visitas al servicio de urgencias por trastornos de salud mental, autolesiones, homicidios o suicidios lo que indica que la planificación de la prestación de servicios y atención clínica debe capacitar a los proveedores de atención médica para reconocer y manejar las enfermedades causadas por el calor. Una propuesta interesante a tener en cuenta sería la inclusión de otras organizaciones y colectivos, tales como el sector educativo, con el fin de aunar esfuerzos más generalizados para así acelerar la preparación de los profesionales de la salud, incluyendo en sus competencias curriculares una compresión básica de los impactos del cambio climático en la salud.

Así pues, teniendo en cuenta que la crisis climática va en aumento, los eventos de calor extremos afectarán cada vez más a la salud humana, de manera que cada vez más estos fenómenos se están reconociendo como hechos que necesitan de atención y respuestas más coordinadas para llegar a mejoras en las alertas y protocolos de activación de los sistemas de salud.

 

 

Amor Escoz Roldán.

Técnica Superior en Salud Ambiental,

Ambientóloga, Educadora Ambiental y Doctora en Ciencias de la Educación.