La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido ha publicado una guía para cuidar de los niños y niñas durante las olas de calor. Esta guía va dirigida especialmente a profesores y profesionales, los cuales, han de ser conscientes de los riesgos del calor y cómo han de gestionarlo.

Los más susceptibles a las altas temperaturas son los menores de 4 años, los que tienen sobrepeso o los que toman ciertos medicamentos. En general, no controlan la temperatura corporal de la misma manera que un adulto lo hace ya que no sudan tanto y esto, puede provocarles ciertas enfermedades que van desde estrés por calor leve, hasta un golpe de calor que les puede causar la muerte.

 

¿Cómo identificar los síntomas?

Concretamente, el estrés por calor hace que el niño o niña muestre signos de irritabilidad que empeoran con la actividad física, dando como resultado un agotamiento por calor o insolación. Los síntomas del agotamiento por calor incluyen cansancio, mareos, dolor de cabeza, vómitos, confusión, piel pálida y húmeda y sudoración excesiva.

En el caso del golpe de calor, (que se se produce si el estrés por calor o el agotamiento por calor no se tratan) cuando el cuerpo del niño o niña se expone a altas temperaturas, el mecanismo que controla la temperatura corporal puede dejar de funcionar y este puede comenzar a elevar su temperatura corporal a más de 40ºC, un signo de posible insolación. Además, la piel se pone roja y caliente y el niño comienza a generar sudoración que se detiene de forma repentina, los latidos son acelerados, la respiración rápida, se sienten confusos y hasta pueden perder la consciencia.

 

¿Qué hacer?

Para que esto no ocurra, esta guía  recomienda reducir la temperatura corporal del niño o niña trasladándose a una habitación más fresca, darle agua, bañarlo con agua fría (25ºC) o ponerle compresas frías en el cuello y axilas. También es eficaz envolverlo en una sábana húmeda o enfriar su cuerpo con un ventilador. Si esto no funciona, es necesario acudir a un médico de forma urgente.

En base a esto, lo principal es protegerles tanto al aire libre como en el interior. Si las temperaturas externas son muy altas, debemos evitar que los niños hagan actividades físicas, y si las hacen, deben estar en la sombra, usando ropa de colores claros, usar gorras y protección solar, además de hidratarlos constantemente.

En el interior, es importante ventilar las estancias y mantenerlas frescas usando toldos, cortinas o persianas para evitar que entre calor del sol. Es mejor apagar todos los aparatos eléctricos que generen calor como computadoras, monitores, etc. Usar ventiladores es una buena opción para mantener el lugar fresco y, si es necesario, en las escuelas, se pueden reorganizar los horarios de juego y establecer una política de prevención para evitar estas enfermedades por calor.

 

 

Amor Escoz Roldán
Técnica Superior en Salud Ambiental,
Ambientóloga, Educadora Ambiental y Doctora en Ciencias de la Educación.