La ciudad comestible propone 12 experiencias en huertos, calles y jardines comestibles, cuyos protagonistas esenciales son los árboles. Con su corteza, su fruto o su esencia podemos hacer galletas, vino, perfume, mermeladas, exfoliante para la piel, infusiones, ungüentos y condimentos para nuestra vida diaria. El libro tiene su origen en otro anterior, “El Jardín Escondido”, donde mostraban que muchas de las iniciativas nacidas para reverdecer la ciudad favorecían en el fondo necesidades humanas, relacionadas con una alimentación más saludable y orgánica, o con la creación de vínculos vecinales para hacer comunidad en los barrios, en definitiva para mejorar la vida de todos.
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