El “polvo del desierto” es la mezcla de material particulado (PM) emitido desde la superficie de las regiones áridas y semiáridas. Debido a la naturaleza árida de estas regiones, este PM está compuesto principalmente por materia mineral. Cuando los vientos de la troposfera media son intensos, puede ser transportada a miles de kilómetros. Estos procesos de emisión y transporte no son continuos en el tiempo para una zona determinada, aunque grandes regiones, como el Norte de África, presentan una actividad de polvo casi permanente a lo largo del año. El polvo del desierto suele mezclarse con el PM emitido local o regionalmente en el área receptora; también puede mezclarse con otro PM durante el transporte hacia el área receptora. Por lo tanto, el aumento de PM en las regiones receptoras durante los episodios de polvo podría deberse no sólo al polvo del desierto en sí, sino también a otras PM antropogénicas y naturales (por ejemplo, la contaminación ambiental o la sal del mar) (1,2).

El transporte de polvo Sahariano hacia Europa tiene una clara estacionalidad, siendo más frecuente de febrero a junio, y de finales de otoño a principios de invierno. Los países mediterráneos son los más afectados por los episodios de polvo del Sahara, que se agrava con la escasa precipitación favoreciendo el largo tiempo de permanencia del PM en la atmósfera, con el consiguiente impacto en la calidad del aire. No obstante, el polvo del Sahara es transportado y distribuido por todo el planeta; hacia el Caribe, Sudamérica y Estados Unidos; hacia el sur de Europa, Turquía e Israel.(3)

Los efectos para la salud del PM está ampliamente documentado, el 1,4% de las muertes a nivel mundial se deben a la exposición a PM (4). Cada vez hay más evidencias que sugieren que el polvo mineral, presente en el PM, puede contribuir a algunos de estos efectos nocivos para la salud. El PM tiene una clara correlación con el número de muertes y hospitalizaciones diarias como consecuencia de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y de salud general (5).

Existen varias teorías sobre el mecanismo que subyace al impacto del polvo sahariano en la salud humana. Como componente del PM, las partículas de polvo pueden ser inhaladas. En consecuencia, se ha propuesto el tamaño de las partículas como determinante del potencial del polvo sahariano para causar daños relacionados con la salud. Las partículas > 10 μm generalmente no son respirables, por lo que los impactos de las partículas de mayor tamaño probablemente sean externos, por ejemplo, irritando la piel y los ojos. Sin embargo, las partículas con un diámetro inferior a 10 μm (PM10) pueden ser inhaladas y, por tanto, se asocian a trastornos respiratorios, dado su contacto directo con las vías respiratorias superiores. Las partículas más pequeñas pueden entrar en el tracto respiratorio inferior y, finalmente, en el torrente sanguíneo, ejerciendo así efectos respiratorios y cardiovasculares inferiores (2).

Aunque las evidencias que demuestran el efecto de la exposición al polvo sahariano en la salud son sólidas, los mecanismos que subyacen a estas asociaciones requieren más investigación. En los últimos años ha aumentado el interés por el estudio de los aerosoles atmosféricos y el polvo sahariano ha atraído cada vez más atención debido a la importante influencia que ejerce sobre la dinámica de los nutrientes y el ciclo biogeoquímico de los ecosistemas oceánicos y terrestres del norte de África y mucho más allá de éste, debido al frecuente transporte de largo alcance a través del océano Atlántico, el mar Mediterráneo y el mar Rojo, hasta las Américas, Europa y Oriente Medio. Las concentraciones de polvo atmosférico también puede tener una importancia climática considerable a través de una serie de mecanismos, y la frecuencia de los eventos de polvo puede cambiar (6).

Referencias

1. Querol X, Tobías A, Pérez N, Karanasiou A, Amato F, Stafoggia M, Pérez García-Pando C, Ginoux P, Forastiere F, Gumy S, Mudu P, Alastuey A. Monitoring the impact of desert dust outbreaks for air quality for health studies. Environ Int. 2019 Sep;130:104867. doi: 10.1016/j.envint.2019.05.061.
2. Karanasiou A, Moreno N, Moreno T, Viana M, de Leeuw F, Querol X. Health effects from Sahara dust episodes in Europe: literature review and research gaps. Environ Int. 2012 Oct 15;47:107-14. doi: 10.1016/j.envint.2012.06.012.
3. Querol X. Pey J., Pandolfi M., Alastuey A., Cusack M., Pérez N., Moreno T., Viana M., Mihalopoulos N., Kallos G., Kleanthous S., 2009. African dust contributions to mean ambient PM10 mass‐levels across the Mediterranean Basin. Atmospheric Environment 43, 4266‐4277.
4. World Health Organization [Internet]. Geneva: The Organization; 2016. Ambient Air Pollution: A global assessment of exposure and burden of disease. Available from: https://www.who.int/phe/publications/air-pollution-globalassessment/en/.
5. Stafoggia M, Zauli-Sajani S, Pey J, Samoli E, Alessandrini E, Basagaña X, Cernigliaro A, Chiusolo M, Demaria M, Díaz J, Faustini A, Katsouyanni K, Kelessis AG, Linares C, Marchesi S, Medina S, Pandolfi P, Pérez N, Querol X, Randi G, Ranzi A, Tobias A, Forastiere F; MED-PARTICLES Study Group. Desert Dust Outbreaks in Southern Europe: Contribution to Daily PM₁₀ Concentrations and Short-Term Associations with Mortality and Hospital Admissions. Environ Health Perspect. 2016 Apr;124(4):413-9. doi: 10.1289/ehp.1409164.
6. Kotsyfakis M, Zarogiannis SG, Patelarou E. The health impact of Saharan dust exposure. Int J Occup Med Environ Health. 2019 Nov 15;32(6):749-760.