Informe sobre la Brecha de Adaptación

La cuarta edición del Informe sobre la Brecha de Adaptación de ONU Medio Ambiente se presentó en Katowice el pasado 6 de diciembre. Desde 2014, este informe se ha centrado en explorar las brechas de adaptación o gaps, caracterizadas como la diferencia entre el nivel real de adaptación y el nivel requerido para lograr los objetivos climáticos.

El Acuerdo de París estableció el objetivo global de la adaptación para mejorar las capacidades, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático, con miras a contribuir al desarrollo sostenible y garantizar una respuesta adecuada de la lucha contra el calentamiento global. El Informe sobre la Brecha de Adaptación presentado se enfoca en proporcionar información relevante de políticas para respaldar tales esfuerzos.

El enfoque del informe de 2018 es doble: la primera parte examina las brechas que existen en una serie de áreas fundamentales, para hacer un balance y evaluar el progreso de la adaptación, es decir, del entorno propicio expresado a través de leyes y políticas, los aspectos clave del desarrollo adaptativo, la capacidad, los costes y la financiación necesaria para la adaptación. La segunda parte del informe se centra en la brecha de adaptación en un sector en particular: la salud. Sobre la base de la evidencia científica disponible sobre los impactos del clima y sus efectos en la salud, el documento proporciona una visión general de la brecha global de adaptación en salud, seguida de un enfoque específico en tres áreas clave de riesgos para la salud relacionados con el clima: calor y eventos extremos, enfermedades infecciosas sensibles al clima, y seguridad alimentaria y nutricional, ya que hoy en día existe una brecha de adaptación global significativa en el ámbito de la salud y cambio climático, los esfuerzos realizados siguen por debajo del nivel requerido para minimizar sus efectos negativos en salud.

La Organización Mundial de la Salud estima que en el horizonte 2030 habrá 250.000 muertes adicionales al año atribuidas a los efectos del cambio climático, principalmente debidas a la exposición a las altas temperaturas, episodios de diarrea, malaria y malnutrición infantil. Según el último informe especial del IPCC, incluso si el calentamiento global se limitase a 1.5ºC, más de 350 millones de personas podrían estar expuestas a morir de calor extremo en 2050, es esperable una expansión significativa de varios vectores infecciosos (mosquitos) y la seguridad alimentaria y nutricional se vería afectada. La mayoría de estos impactos se verán enormemente exacerbados por debajo de los 2ºC de calentamiento.

Si bien en los países más desarrollados se ha avanzado en la reducción de los efectos directos del clima extremo sobre la mortalidad mediante los sistemas de alerta temprana, actualmente los esfuerzos en adaptación se encuentran aún muy por debajo del nivel requerido para evitar o minimizar los impactos en la salud. Una proporción sustancial de los actuales impactos relacionados con el clima en las enfermedades y en la calidad de vida es prevenible, reconociendo la diversidad de circunstancias a través y dentro de países y regiones. Sin embargo, la financiación actual destinada para el cambio climático y la adaptación en salud es muy baja. Mientras que la salud es un sector prioritario en el 54% de las NDCs (National Determined Contributions) en adaptación en salud, hay pocos objetivos sobre los que se pueda cuantificar el avance. Faltan estudios globales sobre los costes en salud, en concreto sobre los impactos del cambio climático y los costes de adaptación en la salud. En la actualidad, esto está obstaculizando unas mejores estimaciones globales sobre el futuro coste y necesidades financieras de la adaptación en salud. La mortalidad prematura relacionada con la variabilidad climática supone costes económicos significativos para los sistemas de salud y la sociedad, que se espera aumente en el futuro.

Mientras el coste de los impactos en la salud relacionados con el clima, particularmente climas extremos, varía considerablemente, los beneficios de la prevención de impactos pueden ser muchos. Por ejemplo, el beneficio en relación a costes para los sistemas de alerta de olas de calor ha sido estimado en 11 para Londres, 308 para Praga y 913 para Madrid, con crecientes prestaciones bajo un clima cambiante. La financiación internacional para los efectos del clima en la salud ha sido insignificante. En principio, la mayor parte de los mecanismos de financiación y fondos para la adaptación implican a la adaptación en salud también. Sin embargo, hasta ahora el presupuesto general de las actividades del sector salud en la adaptación internacional al clima se encuentran en menos del uno por ciento. Se necesitan recursos adicionales para aumentar la resiliencia en los sistemas de salud, incluyendo las facilidades para desarrollar las capacidades de los profesionales de la salud para hacer frente a los problemas relacionados con el clima, especialmente en los países en desarrollo.

Muchas de las acciones que pueden contribuir a cerrar la brecha de adaptación en salud son medidas que proporcionan beneficios de salud inmediatos, reduciendo los riesgos para los efectos del cambio climático futuro y apoyando a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Entre estas acciones, las categorías clave a dirigir los esfuerzos son: mejorar la resiliencia climática de los sistemas de salud y los esfuerzos relacionados con la alerta temprana, el seguimiento y la construcción de la base de evidencia.

Cristina Linares Gil

Científica Titular
Dpto. Epidemiología y Bioestadística
Escuela Nacional de Sanidad
Instituto de Salud Carlos III

 

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