La contaminación del aire interior no ha recibido la misma atención que la del aire exterior a pesar de que podría causar casi la misma cantidad de muertes en todo el mundo: 3,2 millones en 2020, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en comparación con alrededor de 3,5 millones relacionados con el aire exterior contaminado (1).

En los países industrializados, la mayoría de las personas pasan entre el 80% y el 90% de su tiempo en interiores y estos espacios normalmente no están sujetos a estándares de calidad del aire ambiental exigibles legalmente, además, la investigación la contaminación del aire interior también está menos desarrollada que la del aire exterior, lo que dificulta que los gobiernos establezcan políticas y controles específicos, ya que los tipos y comportamientos de los contaminantes, difieren dentro y fuera del espacio (2).

El aire interior contiene una gama más diversa de contaminantes que el aire exterior. Por ejemplo, el monóxido de carbono, se libera de la combustión incompleta, el formaldehído de los materiales de construcción y los pegamentos, y el radón de la radiactividad natural en el lecho rocoso debajo de los edificios pueden acumularse y alcanzar concentraciones más altas en el interior que en el exterior (3).

Por otro lado, el moho prospera en edificios húmedos y mal ventilados. La inhalación de esporas de hongos del moho en el aire puede tener efectos adversos para la salud de algunas personas, como una mayor gravedad del asma (4).

Es más, los propios ocupantes de las viviendas influyen en la calidad del aire interior. Por ejemplo, en habitaciones cerradas que contienen muchas personas, como oficinas y aulas, los niveles de dióxido de carbono pueden llegar a ser lo suficientemente altos como para causar deterioro cognitivo. El aliento humano puede liberar gotitas o aerosoles más pequeños que transportan virus y bacterias, propagando infecciones (5).

La concentración de un contaminante en el interior depende de cinco factores: 1) el tamaño de las fuentes que lo liberan y de los sumideros que lo eliminan (por ejemplo, mediante filtración, deposición o reacción química); 2) la concentración de contaminantes exteriores, que podrían entrar por conductos de ventilación y ventanas; 3) la cantidad de flujo de aire y turbulencia que dispersan el contaminante; 4), la extensión del intercambio de aire entre el exterior y el interior; 5) las dimensiones del espacio (3).

Es por eso que se necesitan modelos de la química del aire interior para evaluar las tasas a las que se eliminan o se forman los contaminantes. Se han adaptado algunos modelos de los mecanismos de la química atmosférica exterior para tener en cuenta la reducción de los niveles de luz y ultravioleta y para estimar la pérdida de contaminación de las superficies interiores, como, por ejemplo, los muebles (6).

La amplia diversidad en la forma en que se construyen, ventilan, operan y ocupan los edificios es el mayor desafío para la ciencia de la calidad del aire interior relevante para la toma de decisiones políticas, por eso es necesario establecer conjuntos de datos a largo plazo y encuestas representativas sobre las concentraciones de los contaminantes del aire en interiores. Así pues, la comunidad científica debe proporcionar evidencia para tomar estas decisiones y alentar a la acción. Por eso, los esfuerzos científicos deben ser globales a la hora de estudiar los rangos en los edificios, comportamientos y clima; y los consejos basados ​​en la ciencia para un aire interior más limpio deben ser específicos en cada país y región (2).

 

Referencias:

  1. Household air pollution. World Health Organization. https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/household-air-pollution-and-health
  2. Hidden harms of indoor air pollution — five steps to expose them. Nature 614, 220-223 (2023).
  3. Air Quality Expert Group. Indoor Air Quality (DEFRA, 2022).
  4. Rick, EM, Woolnough, K., Pashley, CH y Wardlaw, AJ J. Invest. alergol. clin. inmunol. 26, 344–354 (2016).
  5. WangShaw, D. & Carslaw, N. J. Open Source Softw. 6, 3224 (2021).
  6. , CC et al. Science 373, eabd9149 (2021).

 

 

Amor Escoz Roldán
Técnica Superior en Salud Ambiental, Ambientóloga,
Educadora Ambiental y Doctora el Ciencias de la Educación.